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Nicolás Arizcuren

Nicolas Arizcuren (Tandil, 1985)

Fundador e integrante de "Acontrapelo" (casi) murga en donde se desarrolla como autor, actor y cantante desde el año 2011.
2010: Organiza muestra de poesía “La sombra del día” donde reúno textos con una poética llana y transgresora, que intenta reflejar el rol de la mujer y la violencia cotidiana.

2011: "Autor de Muñecos de aserrín" (cuento) y "La lujuria del puñal" (poesía). Ambas obras obtienen Mención en el concurso Nacional "Universo hermanos Discépolo".
Autor de "La Funeraria" (comedia blanca) galardonada con Mención en el concurso "Autores Tandilenses".
En la actualidad colabora con revistas independientes como "La Jarana" y "La Nubecita" de nuestra ciudad y para varios blogs y portales de noticias.

Del nacimiento de Búho


Cuando la noche es más oscura, cuando la carne pesa. Cuando la cama es más fría y la piel se avergüenza del inquilino que habita. Cuando se queman una a una las convicciones y el vacío nos abraza y las paredes se ensanchan. Cuando todo lo que es mundo, en una síntesis macabra, se reduce en nuestra mente a una sola palabra, el hombre, se desnuda de hombre y vuelve a su fragilidad animal y nace Búho. Con la piel mucho más sensible que su antepasado hombre. Ni muerto ni reencarnado. Metamorfosis, en un despertar creativo y angustiante. Con el pasado tan presente como un brote de olvido mal regado.
Algunos duermen, se levantan y siguen durmiendo mientras critican, condenan y guillotinan a los que despiertos, siguen encerrados, callados y prohibidos. Cuando los despiertos y los dormidos, prohibidos y equivocados quieran conocer como se siente la noche en la piel de los que esperan, sueñan y agobiados de la luz, solo viven por las noches, dejarán al fin sus prejuicios y miedos de lado y abrirán su ventana. El día descansa, Búho despierta. Toma su impunidad de plumas y sale a navegar las noches en busca de todas esas felicidades desapercibidas que la gente deja huérfanas.
Cada ventana una historia y en cada rama un momento para vivir otras vidas.
Mi noche esta en tu ventana, mi noche es verte dormir…


Búho visita al poeta


Dentro de esas pequeñas cosas que me hacen sentir pleno, esta la tediosa tarea de hacer la valija. Hacer la valija es soñarnos diferentes, proyectarnos inocentemente en la rutina de un futuro cercano, casi predecible. Un ejercicio que debería ser cotidiano, el de cargar consigo lo mínimo e indispensablemente necesario para el viaje.
Y ficcionamos escenarios, para el vestuario elegido, cada prenda dispara situaciones, cada situación demanda una prenda; noches de gala, desayunos en la cama, caminatas en la playa, cenas al aire libre y una lluvia impensada (prevenida) e inesperada.
Nos desnudamos y la ropa cobra vida. La pilcha encajonada vuelve a ser protagonista, y acribillamos con lencería roja la rutina del sexo tímido, postergado y prohibido.
Si todos los días, solo por placer, hiciéramos la valija para saborear el placer de una vida diferente, probablemente no despertaríamos todos los días haciendo lo mismo y en el mismo lugar, ¿entiendes Búho?

No te dejes engañar! Leer no es lo único que te hace más inteligente.
Vive, ríe, rompe y arma. Canta, experimenta, baila y besa. Recorre la mayor cantidad de verbos posibles, porque leer mucho también te puede convertir en un ignorante ilustrado.
Nos enseñan a vivir pero no nos preparan para la vida real. Nos exigen cumplir con determinados patrones de calidad, nos dividen por lotes, por tipos y por fecha de fabricación. Nos enseñan que a determinada edad uno debe dejar de jugar y ponerse a estudiar para tener más ventajas a la hora de trabajar, y trabajar tanto que nos permita ganar más experiencia a la hora de jubilarnos. Y así, poder finalmente, jubilarnos y esperar la muerte en forma cómoda.
Nos enseñan a comprar inteligentemente a sospechar de las ofertas y aprovechar las liquidaciones, ¿será por eso que le tenemos miedo al amor y pagamos por el sexo?
Nos enseñan a tolerar la intolerancia a creer en la justicia ante la injusticia y a respetar al que piensa diferente. Pero no nos enseñan a pensar diferente porque el que piensa diferente
es un intolerante, porque actúa en consecuencia de lo que piensa, pero a contrapelo de lo que la mayoría considera justo.
Nos enseñan a construir el pasado desde la memoria y no, desde nuestros sentimientos. El odio es para las bestias, pero hay amores que matan.
Nos enseñan a hablar desde pequeños y a gritar de grandes, pero solos y de viejos aprendemos el silencio.
Nos obligan a amar, respetar y proteger hasta que la muerte nos separe, pero, no nos enseñan como amar respetar y proteger, a una mujer.
Nos enseñan que las leyes, las instituciones y los gobiernos deben ser respetados y que las revoluciones son males necesarios que solo habitan en los libros de historia. Son fechas, ciudades y nombres propios. Son sangre, fuego y guillotina. Pero no nos enseñan que la revolución es cambio y es arte, y habita en cada alma dispuesta a perder todo por ser fiel a un ideal.


Búho y el hombre de las mudanzas en la cabeza


¡Búho, anoche soñé contigo! Todo era tan real que hasta recordé mis viejas realidades.
La realidad es como el idioma, una herramienta para interactuar entre individuos. Códigos compartidos, que nos permitan de alguna manera inventariar conductas, pensamientos, acciones, reacciones, rituales, en fin, caprichos o mandatos heredados que nadie puede justificar. ¡Yo una vez fui presidente de mi País, y decidí decretar una nueva realidad! Una realidad mucho mejor para todos pero que ellos no podían ver. Los niños crecen y van a la escuela, los adultos envejecen y van a un acilo, las vacas a diferencia de los perros no son abrazados por nuestro círculo ético y terminan en un matadero. Las vacas se comen, los perros no, ese es el mandato y la realidad. El decreto fue más sencillo y superficial de lo que cualquier economista, analista, estadista o gurú político hubiese imaginado. Como todos los inventos que terminan por ser revolucionarios consisten en pequeños cambios que estuvieron todo el tiempo a la vista de todos pero por alguna razón, digamos de perspectiva, el resto no lo veían. ¿Donde esta la sal?, preguntó Omar hoy cuando la enfermera trajo un trozo de carne del tamaño de una raqueta de tenis! ¿Quien me robó la puta sal? ¡Voy a matar al que se robo mi sal, y arrancarle los dientes para hacerme un sonajero y así, hacerlo sonar todos los putos mediodías para recordarle a todo el mundo que no deben tocar las cosas de mi propiedad privada, malditos socialistas! Y la sal estaba justo detrás de su botella de agua, a la vista de todos los que estábamos ahí menos de el. ¡Perspectiva, Búho! La realidad no es más que una perspectiva compartida y aceptada, como que los niños crecen y tienen que ir a la escuela, los adultos envejecen y hay que llevarlos a un acilo, y las vacas a diferencia de los perros no son abrazadas por nuestro círculo ético. Por esa razón terminan en un matadero degolladas, mientras que los perros reciben mejores cuidados inclusive que muchos niños con hambre. Las vacas se comen, los perros no, ese es el mandato y la realidad.
Aquel día que fui presidente dije: “A partir del día de la fecha, decreto que los perros al igual que sus compatriotas porcinos, bovinos, ovinos y demás serán aptos para su consumo sin que recaiga ningún tipo de condena de índole moral o ética sobre sus consumidores”
Pensé, si los hambrientos comieran los perros de la calle, no habría tantos hambrientos ni tantos perros en la calle (esto tendría muy conforme a las clases altas), también bajaría el precio de la carne vacuna y posiblemente el de la hectárea de campo, ya que seria menos rentable criar vacas. Entonces los terratenientes lotearían una parte de sus campos y los pondrían a la venta, y ahí intervendrían los bancos, oportunamente, otorgando créditos para viviendas. ¡Todos podrían tener su casa propia! Las clases medias bajas lograrían su sueño y las clases altas estarían conformes ya que la medida limpiaría de las calles los mendigos hambrientos y por supuesto los perros callejeros. Imagina Búho un país donde cada habitante tiene su casa propia, seria sin duda el nuevo paraíso del mundo, seguridad, confianza, inmigración, mano de obra, reactivación de la economía, consumo desenfrenado, exportación. ¿Te imaginas Búho ese país? La realidad es que los perros seguirán siendo más reales que las vacas, los mendigos, las clases bajas y los gobiernos verdaderamente progresistas. Habrá menos perros callejeros que gente sin techo y más tolerancia que a los mendigos que revuelven la basura. Pero algún día Carmen volverá a mi realidad, y cenaremos perros, porque al fin caerá en cuenta que quiero lo mejor para ella y para el mundo. Quizás le pregunte porque me dejo abandonado aquí dentro mío, o quizás solo la mire a los ojos y me vuelva completamente loco de ella nuevamente. Quizás bailemos o simplemente firmemos con el silencio el perdón mutuo. Quizás Carmen me abrace y no me suelte nunca mas, o simplemente otra enfermera se haga pasar por ella y yo consuele mi soledad escribiéndole una realidad compartida. Después de todo, sus besos, el tacto de su carne, su aliento y la exactitud de su voz las he perdido, y solo queda en mi el delantal blanco y sus ojos de aceituna. El tiempo no camina en segundos, la realidad no ha cambiado porque sigo esperándola, anclado en su ojos y preso de su amor.
¿Te conté que una vez fui presidente?

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