asociación de
escritores
de tandil


Mariana Lorenzo
Mariana Lorenzo (Tres Arroyos). Radicada en tandil desde la adolescencia ha trabajado en diarios de nuestra ciudad.
Cuenta con varios cuentos publicados en la revista literaria "El buho" y en diarios de Ayacucho donde residió varios años.
Participó de cursos en salones literarios y en el encuentro de escritores en Tinogasta durante el año 2013.
Ha colaborado también en la elaboración de guiones para obras y comedias musicales españolas y en adaptaciones de zarzuelas.
Respuesta
Me preguntaron que era el amor,
y no supe
responder.
Pensé en
inmensidades conocidas,
contornos anónimos,
cósmicas sonrisas
pegadas al algún rostro,
y no supe
responder.
Imaginé mil figuras,
bocas, ojos,
muslos, manos,
sexos, vientres, pies
y no supe
responder.
Proyecté
hacia alguna dimensión
lejana y virtual,
agonía, conciencia,
desazón, permanencia,
esperanza
intolerancia, creencia,
razón, inconstancia
y no supe
responder.
Desplegué centímetros
de pieles diferentes
de sustancia,
materia…colores,
olores, sudores
y no supe responder.
Avancé hacia una imagen
tranquila ,templada,
cuando sus brazos se abrieron
para abarcarme,
descubrí finalmente
la respuesta
y... pude responder.
Las descubrí agazapadas, temerosas de ser reconocidas...
Las descubrí agazapadas, temerosas de ser reconocidas,
ignotas, misteriosas, anónimas.
Las había buscado por mucho tiempo,
en rincones insospechados,
cuartos oscuros, espacios luminosos
bellos jardines, playas sin nombre.
No recuerdo cuanto me llevó encontrarlas,
En silencio las llamaba por su nombre,
a gritos
interrogaba a los sentidos por su paradero.
Las traje conmigo, las acaricié, les di calor
y renacieron candidas , curiosas, jubilosas.
Las notas de nuestra canción perdida,
comenzaron a sonar.
La búsqueda
Tenía que encontrarte. Descubrir tu aroma en horizontes lejanos en, dolientes caminos. Interrogué caras conocidas que me miraban inexpresivas, con desconcierto, mudas, silenciosas. Tropecé con imágenes anónimas, voces sin sonido y pensé que tal vez, responderían a mi pregunta.
Se me ocurrió que recorrerías los lugares que solías frecuentar. Fui hacia ellos. El bar cerrado, tus amigos como cómplices de tu ausencia,, no estaban .Solo el silencio me acompañaba .
Llegue a la plaza ,donde las veredas nos llamaban por nuestros nombres, abrigándonos en tardes de hojas secas..Nadie hablaba.
De pronto, el día se volvió oscuro. Había llegado la noche.
Cansada, me senté en nuestro banco sintiéndome confusa, desordenada, triste.
Tenía que salir ilesa de ese padecer interminable Una danza inalterable se apoderó de mí -En un momento aparecieron: tu cuerpo, mis manos, tu rebeldía, mi ansiedad, lo frecuente, lo importante, la cordura, el desconsuelo, la vigilia, el amanecer.
Todo era válido en ese baile de la memoria.
Sin moverme, comencé a cantar nuestra canción, esa que cantábamos juntos y todo resplandeció.
Siguiendo un impulso, me paré sobre el banco de la plaza sin nombre, y mi voz sonó más fuerte.
Mis brazos se movían en una señal interminable, unido a un lamento doloroso y continuo. Comencé a temblar sin dejar de cantar.
Ahora escuchaba risas macabras que salían de mi boca. ¿Dónde estabas? ¿Por qué no me abrazabas para protegerme?.
Distingo personas que se acercan. Me quieren ayudar. Los miro pero no te veo.
Quieren bajarme del banco, me resisto con todas mis fuerzas.
¿Estas ahí? ¿Te estoy esperando? ¿Venís a ayudarme? .
Seguía cantando cada vez más fuerte. El llanto se mezclaba, la gente se agolpaba, murmuraban, opinaban.
Alguien viene ¡ ,unos brazos ,consiguen bajarme del banco. Me suben a un vehículo. Yo sigo cantando y esperando que estés, escondido. Que sea una broma. Que aparezcas.
Siento que me acuestan en una camilla y un pinchazo en el brazo. Pretenden hacerme callar, para que no cante más. No los. dejo, hasta que aparecen las sombras.
Cuando despierto, todo es blanco y aséptico. Una mujer de voz dulce me pregunta mi nombre,.Apenas le respondo y asiente con la cabeza.
Me toma la mano diciéndome "todo está bien" tranquila" "Ya pasó todo". No sé de qué habla. Vienen otras personas, también blancas y asépticas
Las oigo murmurar alrededor de mi cama, y escucho sin entender.
¿De que hablan? ¿De qué accidente fatal? Que hace un mes que? ¿Que estabas muerto? ¿Eso dicen?.
Los miro sin verlos, les digo que se vayan, que me dejen tranquila. Que ya recordé ,que no se preocupen.
Cuando me dan la espalda y se retiran, cierro los ojos.
Unas desequilibradas e interminables lagrimas comienzan a correr por mi rostro.
Me doy vuelta, miro la ventana y comienzo a entonar despacio, solo para vos, nuestra canción
La que cantábamos juntos…
Camino de sombras
Como protagonista de una ceremonia secreta, esperada y sin nombre, se levantó despacio. Caminó unos pasos hasta la silla y en ella, colgada de su respaldo, la camisa blanca esperaba. Se la puso. Los pantalones fueron colocados a continuación. Prosiguiendo con las botas. Llegó al perchero, sacó el gabán azul, colocándoselo, levantó su solapa, palpó sus bolsillos y abrió la puerta.
Un aire gélido, desapacible. Recibió a su rostro sin edad. Se colocó los anteojos oscuros y dio los primeros pasos hacia la calle. Dejó la puerta sin llave.
Caminó seguro, tratando de no pensar, buscando que alguien, un hada, un ángel, un gnomo, le indicara como olvidar, como borrar las huellas manchadas del alma, donde los gritos y el dolor eran protagonistas de sus noches oscuras.
Solo en la memoria equidistante a la pasión. La voz, la risa de ella sin permiso, anulando el no ocurrir, el expirar, el subsistir sin esperanza.
Como mirando una película, desfiló ante él, el accidente. Hacia un año, ya. Conductor ebrio, semáforo en rojo, alta velocidad: una víctima. Causa caratulada como lesiones culposas, excarcelable bajo fianza, testigos oscuros, sentencia. Pena y libertad para el culpable.
Durante todo este tiempo, averiguó su vida, datos familiares, domicilio convirtiéndose, en amigo del pasado de su sombra.
Hoy salía de la cárcel.,su pasado.
Mientras se encaminaba a su destino, una ráfaga de nostalgia lo sacudió.
Escuchaba a María, pidiendo ayuda, después del impacto, aprisionada entre fierros.
Oía el ruido de las sirenas a lo lejos, mezclándose con su impotencia de no poder llegar, estando arrojado al otro lado de la calle y sintiendo cada vez más débil, más lastimosamente lejana ,su voz.
Hasta que el silencio venció y supo que se había ido. Que no eran los invencibles e inmortales a que jugaban en esas noches con las armas del "te quiero "te necesito "no me dejes.
Preguntando llegó a la casa. Tocó la puerta. Alguien salió. Una presencia fuerte se presentía.
¿Qué querés? preguntó el hombre. Dentro se oían voces fuertes, música de alguna radio a mucho volumen, risas.
¿Vos sos Manuel Fuentes? interrogó el amor de María
Sí .contestó su sombra.
Palpando los bolsillos de su gabán azul, sacó el arma y disparó. Allí al corazón.
El cuerpo cayó al suelo. La música se detuvo. La gente salía de sus casas, llorando, gritando, curioseando.
El no oía nada.
Se dio vuelta y preguntó a un niño ,que sintió a su lado,.donde quedaba el destacamento policial. El niño con voz asustada le indicó.
En el libro de guardia de la Seccional Policial queda asentado que "en la ciudad de Las lomas, partido del mismo nombre, provincia de Buenos Aires , a los quince días del mes de abril del año dos mil once, en el asiento de esta seccional policial, comparece ante la prevención, una persona con deseos de formular una denuncia. Manifestando ser y llamarse Francisco Ruiz, argentino, instruido, de 50 años de edad, de estado civil enamorado, empleado de una librería, sin hijos presentes pero sí en un sueño inconcluso, nacido el 21 de enero de 1952,hijo de José Ernesto Ruiz y Manuela Barrios. Declara haber disparado al corazón dándole muerte a Manuel Fuentes en el día de la fecha. Acto seguido se notifican las señas particulares del ciudadano denunciante siendo las mismas: alto, solo, de ilusiones rotas y pasado sin disfraz, declarando que el acto cometido fue realizado con todas sus facultades mentales en estado normal, sin alteraciones, sabiendo de su exponer.
Ratificando la denuncia y su entrega correspondiente, se da por finalizada el acta, previa e integra lectura que da la misma. Firma al pie para su legal constancia Raúl Correa, oficial principal, y Santiago Pereyra, oficial ayudante. Las autoridades de la seccional señalan como otra de las señas particulares del denunciante que es no vidente, habiendo perdido la vista hace un año, en un accidente automovilístico, donde resultara víctima una persona de sexo femenino, de nombre María, que sabía reír, sin permiso."
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