Felicidad, ¿por qué huyes de mí?
 

He corrido desesperado durante años tras la felicidad.
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Oh! felicidad anhelada, así como el día y la noche no saben el uno de otro, así me siento contigo. Te he buscado por todos lados y jamás he tenido el placer de ser besado por tus labios. Ni un solo crepúsculo ha acontecido entre nosotros que, como días y noches, nos perseguimos por la existencia. ¿Es acaso mi búsqueda en vano? ¿Cómo puede un hombre deseoso de tu compañía hallar la paz de tu presencia? ¿Cómo es posible que me abandones cuando no he dejado aún de amarte? ¿Por qué eres tan injusta conmigo?
Y mi pecho se estremeció repentinamente y en una profunda angustia la felicidad movió sus labios para hablarme y me dijo:
Me has buscado en tus logros, más yo te esperaba en tus sueños;
Me has buscado entre edificios y ruidos, más yo te esperaba en el silencio de la verde pradera;
Me has buscado entre la multitud, más yo habito en la soledad de tu corazón;
Me has buscado entre trabajos y estudios, más yo te esperaba a la orilla del río de la comprensión;
Me has buscado entre libros e información, más yo recito las poesías del Alma que cantan la canción del Amor;
Me has buscado entre ideas y creencias, más yo solo se del saber que el conocimiento me ha regalado;
Me has buscado en los campos del ego, más yo he sembrado mi semilla en los campos de la humildad;
Me has buscado entre las flores del jardín de tu vecino, más yo crezco en el jardín de tu corazón;
Me has buscado entre los aromas de la mentira y la hipocresía, más yo estoy impregnada por la delicada fragancia de la Verdad;
Me has buscado entre miles de excusas, más yo ansiaba por ti desde el altar de la sinceridad;
Me has buscado en el mañana, más yo vivo eternamente en el ahora;
Me has buscado en el palacio de los placeres, más yo moro en humildes chozas de Amor;
Me has buscado entre los demás, más siempre ha estado dentro de ti.
¿Cómo esperas que nos encontremos si siempre miras al lugar equivocado? ¿Acaso no es el corazón quien te recuerda mi nombre a cada latido? ¿Acaso no es tu Alma quien sabe de mi destino? Te has colmado de sórdidas preguntas que te han impedido escuchar la sinfonía de las respuestas que emergen desde tu interior.
Y así enmudeció mi boca y se regocijó mi corazón, y fui inmerso en el mar de la comprensión. Así sus palabras se grabaron en mi pecho como un sello de fuego que consumió completamente cada una de mis preguntas y las convirtió en cenizas.​